psicología del tatuaje

     

Los Tatuajes son marcas o expresiones artísticas, que se realizan en el cuerpo algunos seres humanos para expresar aquello que no pueden decir con palabras. Muchas veces estas personas tratan de calmar un dolor psíquico a través del dolor físico. Ahora bien, El tatuaje ha sido practicado desde tiempos remotos, ya que se han descubierto evidencias arqueológicas con más de 8.000 años de antigüedad, distribuidas en diferentes partes mundo. Se dice que en el siglo XIV se reconocía a los marineros, trabajadores de muelles y prostitutas por sus tatuajes y estos eran rechazados por las clases media y alta, ya que pensaban que eso lo hacia la gente baja e inculta. Por cierto, en muchas tribus del mundo el tatuarse es una práctica muy común ya que le dan status y posiciones dentro de la misma (Chaman, jefe de tribu, etc.). Según, Marco Polo afirmaba que “mientras más tatuajes más respeto debía sentirse por la persona”. 
A través del tiempo los tatuajes se han utilizado con otros fines, para marcar a los criminales y a los esclavos y así poder identificarlos. Actualmente el tatuaje es puro exhibicionismo y la cultura occidental para bien o para mal ha tomado esta práctica como suya.

     Por lo antes mencionado,  es evidente  que el motivo para que un ser humano se haga un tatuaje es la búsqueda de identidad, tratando de establecer quiénes son, otros intentan diferenciarse de los demás plasmándose un sello personal, en este sentido se puede decir que el tatuaje es un síntoma de inmadurez emocional. Los adolescentes lo hacen para revelarse en contra de los padres y de sociedad en general. Es por ello que algunos psicólogos opinan que “mientras más tatuajes se hace una persona para llamar la atención, más baja es su autoestima”.

     Por lo antes expuesto se puede concluir que la mayoría de las personas que se tatúan, no evalúan los pro y los contra de esta decisión, ya que son personas en búsqueda de su propia personalidad, tratando de encontrar reconocimiento o algo que los identifique como originales, y hay que destacar que no toman en cuenta los problemas médicos que se le puedan presentar como infecciones, enfermedades contagiosas y la imposibilidad de donar sangre u órganos para algún ser querido que lo necesite.