Es bien sabido que los misterios de la mente muchas veces son indescifrables,
las reacciones y las conductas que puede llegar a tener un ser humano en
situaciones consideradas “Extremas” pueden ser realmente impresionantes e
incluso ilógicas, esto ha causado que existan anécdotas que son irracionales y
se han abierto paso en la historia por estas mismas características, el tema
del cual les vengo hablar el día de hoy, peca en lo irónico, es ese tipo de
situaciones que lo toman a uno por sorpresa, aunque claro, viniendo de los
seres humanos no se puede esperar nada en concreto. Hace 41 años, en el mes de agosto del año 1973
aconteció algo en la ciudad de Estocolmo, capital de Suecia. Un hombre llamado
Jan Olsson hizo el intento de atracar el banco de crédito de este lugar, en su fechoría
tomo como rehenes a algunos empleados del banco. A pesar de que hubieron
ciertas discrepancias contra los rehenes, estos acabaron protegiendo a su
raptor evitando que fuese atacado por la policía regional, incluso algunos argumentaron que no le
asustaba la persona que lo rapto, sino mas bien le asustaban las autoridades,
incluso cuando fueron liberados mostraron un vinculo de confianza ilógico con
el delincuente, un psiquiatra asesor de la policía sueca bautizo a esta extraña
reacción como “Síndrome de Estocolmo” en honor al lugar donde ocurrieron estos
hechos.
A base de la historia anteriormente contada se puede describir al síndrome
de Estocomo como una reacción psicológica que ocurre en las victimas de incautación
contra su voluntad, el cual desarrolla un vínculo de complicidad y plena
confianza con la persona que lo ha retenido, formando un ilógico lazo afectivo
causando posiblemente la malinterpretación de la ausencia de agresión física contra
su persona tomándolo como un acto de misericordia.
Hay dos reacciones comunes que presentan las victimas que experimentan dicho síndrome,
por una parte están los sentimientos positivos hacia los victimarios, mostrando
también hostilidad hacia los cuerpos policiales, existen caso en los que los
propios secuestradores muestran afecto hacia los rehenes. Según los datos del FBI alrededor del 27% de las
victimas de 4700 secuestros en su base de datos experimentan esta reacción de
forma inesperada, volviéndose cómplices en estos sucesos.
Uno de los puntos más importantes a destacar sobre el tema son con
exactitud las posibles causas psicologicas para este comportamiento, entre
estas están:
- La posibilidad de que rehén y el raptor tengan un objetivo en común, que en este caso sería salir sin heridas del incidente.
- El deseo de no salir lastimados lleva a los rehenes a cumplir los deseos de sus captores, en busca de mantener la situación calmada.
- Dependiendo del pasado del rehén pueden activarse una especie de estrés post-traumático haciendo que su comportamiento sea sumiso y obediente.
- En un secuestro el Rehén pierde por completo el control de la situación, lo que lo lleva a buscar una razón de lo que ocurre para mantener su estabilidad mental, tratando de sentir empatía por el autor del delito.
En síntesis se puede
concluir que la causa principal de este trastorno, es el “trauma “que vive el rehén
en ese momento, lo cual lo lleva a bloquear su mente de lo que normalmente sería
lógico para él, tratando de asimilar la situación desde un punto de vista más
positivo y evitar así caer en el pánico lo cual posiblemente llevaría a la
hostilidad por parte de los captores y claro, al no presentarse dicha
agresividad, la victima crea un sentimiento de agradecimiento que hace que
incluso llegue a sentir aprecio por su secuestrador cooperando en todo lo que
se le pida volviéndose partícipe en dicho delito defendiendo a aquella persona
que fue piadosa con ella.
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