Nuestro cerebro es una maquina
compleja y perfectamente ensamblada que está dividida en muchas áreas, entre
ellas se encuentra una dedicada al gusto. De hecho cuando comemos son las
neuronas las que reconocen los 4 sabores básicos que reconocemos, como son el
dulce, salado, acido y amargo, por medio de los receptores que se encuentran en
las papilas gustativas.
Ahora bien, se dice que la mayoría
de los gustos que tenemos por las comidas son aprendidas y pueden empezar antes
del nacimiento, ya que el feto, inhala y exhala fluidos de amoniaco, el cual
toma su sabor de los habidos alimenticios de la madre durante el embarazo, por
esa razón, al crecer tenemos preferencias por determinados sabores. Es por ello
que estudios realizados en la universidad de Arizona, han demostrado que hay
varios elementos que definen nuestra debilidad por las comidas, pero el más
importante es la influencia genética, ya que cuando nacemos preferimos los
sabores dulces y rechazamos los sabores amargos, tomando en cuenta que los sabores
salados se van desarrollando con el tiempo. Después del nacimiento los gustos
por algunos alimentos tienden a durar 2 años más. En otro estudio se pudo
descubrir que los niños que disfrutan por ejemplo de las zanahorias, es gracias
a que sus madres, las consumían durante el embarazo y después del nacimiento ya
que el gusto por el sabor lo hicieron a través de la lactancia.
Por lo antes mencionado se puede
deducir que la percepción que tenemos por ciertos y determinados sabores se van
cambiando o determinando con el tiempo, y que la madre juega un papel esencial
durante el embarazo, ya que dependiendo de lo que consuma la madre el niño más
adelante le gustara o rechazara algunos sabores.
Papilas gustativas |
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